La noticia del New York Times sobre delitos con stablecoins genera controversia: profesionales del sector rechazan la “campaña de difamación” y los datos revelan el verdadero mapa de riesgos
Un reciente reportaje del New York Times sobre las stablecoins ha provocado una fuerte reacción en la industria cripto. Jake Chervinsky, director jurídico de Variant Fund, criticó el artículo calificándolo de “pieza de difamación absoluta”, considerando que exagera deliberadamente el papel de las stablecoins en la financiación ilícita global e ignora el contexto de los datos y los avances en la regulación del sector.
El artículo afirma que las stablecoins se están convirtiendo en la “herramienta preferida” de blanqueadores y entidades sancionadas, citando datos de Chainalysis que indican que en 2024 más de 25.000 millones de dólares en fondos ilícitos fluyeron a través de stablecoins. El New York Times advierte además que, a medida que personas relacionadas con Rusia y organizaciones terroristas utilizan criptomonedas, los tokens vinculados al dólar podrían debilitar la capacidad de Estados Unidos para utilizar el sistema de sanciones basado en el dólar.
Ante esto, Chervinsky señala que el motivo por el que se ataca a las stablecoins es porque “son la forma más directa en que la industria cripto puede mejorar el sistema financiero”. Subraya que el reportaje omite un contexto clave: aunque el uso on-chain de stablecoins ha aumentado, el porcentaje total de fondos ilícitos en las criptomonedas sigue siendo muy bajo, representando solo aproximadamente el 0,14% del total global de fondos ilícitos, y manteniéndose por debajo del 1% en los últimos cinco años.
El análisis on-chain muestra que, en 2020, Bitcoin representaba más del 75% de los flujos ilícitos on-chain debido a su alta liquidez; sin embargo, en 2024, la cuota de las stablecoins ha aumentado al 63%, reflejando que las actividades delictivas se adaptan a los cambios en la estructura del mercado. No obstante, esto no significa que las criptomonedas desempeñen un papel central en el sistema criminal global.
La industria también está reforzando el cumplimiento normativo y la aplicación de la ley. El departamento de delitos financieros T3, liderado por Tether, congeló más de 300 millones de dólares en fondos ilícitos en 2025, acumulando más de 3.000 millones de dólares interceptados en total, y colabora con agencias de investigación globales para rastrear delitos on-chain. Esto demuestra que la monitorización on-chain ofrece ventajas de eficiencia y transparencia, aunque los organismos reguladores necesitan acelerar su capacidad de respuesta para bloquear fondos antes de que sean convertidos o retirados.
A pesar de estos avances, los riesgos de seguridad en cripto persisten. En 2025, los ataques y robos de hackers han alcanzado los 3.250 millones de dólares (sin contar los datos de diciembre), lo que supone un aumento del 8,2% respecto a 2024. El mayor incidente fue el robo a un CEX en febrero; en noviembre, tras el incidente de Balancer, los ataques de hackers se multiplicaron por diez respecto a octubre, alcanzando los 194 millones de dólares. En conjunto, el sector sigue enfrentando una importante presión por las pérdidas de activos, y la seguridad continúa siendo un reto clave para el ecosistema cripto.
En un contexto de creciente debate y pugna regulatoria, el papel de las stablecoins se vuelve cada vez más crucial: son tanto una herramienta esencial para pagos y liquidaciones globales en cripto como un foco principal de atención para los reguladores. La industria cripto pide que los medios y el público, al debatir sobre los riesgos de las stablecoins, se basen en datos completos y precisos, evitando generalizaciones que puedan influir negativamente en la formulación de políticas y en la percepción del mercado.
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La noticia del New York Times sobre delitos con stablecoins genera controversia: profesionales del sector rechazan la “campaña de difamación” y los datos revelan el verdadero mapa de riesgos
Un reciente reportaje del New York Times sobre las stablecoins ha provocado una fuerte reacción en la industria cripto. Jake Chervinsky, director jurídico de Variant Fund, criticó el artículo calificándolo de “pieza de difamación absoluta”, considerando que exagera deliberadamente el papel de las stablecoins en la financiación ilícita global e ignora el contexto de los datos y los avances en la regulación del sector.
El artículo afirma que las stablecoins se están convirtiendo en la “herramienta preferida” de blanqueadores y entidades sancionadas, citando datos de Chainalysis que indican que en 2024 más de 25.000 millones de dólares en fondos ilícitos fluyeron a través de stablecoins. El New York Times advierte además que, a medida que personas relacionadas con Rusia y organizaciones terroristas utilizan criptomonedas, los tokens vinculados al dólar podrían debilitar la capacidad de Estados Unidos para utilizar el sistema de sanciones basado en el dólar.
Ante esto, Chervinsky señala que el motivo por el que se ataca a las stablecoins es porque “son la forma más directa en que la industria cripto puede mejorar el sistema financiero”. Subraya que el reportaje omite un contexto clave: aunque el uso on-chain de stablecoins ha aumentado, el porcentaje total de fondos ilícitos en las criptomonedas sigue siendo muy bajo, representando solo aproximadamente el 0,14% del total global de fondos ilícitos, y manteniéndose por debajo del 1% en los últimos cinco años.
El análisis on-chain muestra que, en 2020, Bitcoin representaba más del 75% de los flujos ilícitos on-chain debido a su alta liquidez; sin embargo, en 2024, la cuota de las stablecoins ha aumentado al 63%, reflejando que las actividades delictivas se adaptan a los cambios en la estructura del mercado. No obstante, esto no significa que las criptomonedas desempeñen un papel central en el sistema criminal global.
La industria también está reforzando el cumplimiento normativo y la aplicación de la ley. El departamento de delitos financieros T3, liderado por Tether, congeló más de 300 millones de dólares en fondos ilícitos en 2025, acumulando más de 3.000 millones de dólares interceptados en total, y colabora con agencias de investigación globales para rastrear delitos on-chain. Esto demuestra que la monitorización on-chain ofrece ventajas de eficiencia y transparencia, aunque los organismos reguladores necesitan acelerar su capacidad de respuesta para bloquear fondos antes de que sean convertidos o retirados.
A pesar de estos avances, los riesgos de seguridad en cripto persisten. En 2025, los ataques y robos de hackers han alcanzado los 3.250 millones de dólares (sin contar los datos de diciembre), lo que supone un aumento del 8,2% respecto a 2024. El mayor incidente fue el robo a un CEX en febrero; en noviembre, tras el incidente de Balancer, los ataques de hackers se multiplicaron por diez respecto a octubre, alcanzando los 194 millones de dólares. En conjunto, el sector sigue enfrentando una importante presión por las pérdidas de activos, y la seguridad continúa siendo un reto clave para el ecosistema cripto.
En un contexto de creciente debate y pugna regulatoria, el papel de las stablecoins se vuelve cada vez más crucial: son tanto una herramienta esencial para pagos y liquidaciones globales en cripto como un foco principal de atención para los reguladores. La industria cripto pide que los medios y el público, al debatir sobre los riesgos de las stablecoins, se basen en datos completos y precisos, evitando generalizaciones que puedan influir negativamente en la formulación de políticas y en la percepción del mercado.