Autor del artículo: Alex Krüger
Traducción del artículo: Block unicorn
Prólogo
La Reserva Federal tal y como la conocemos llegará a su fin en 2026.
El factor más importante para el retorno de los activos el próximo año será la nueva Reserva Federal, especialmente el cambio de régimen que supondrá la designación por Trump de un nuevo presidente para la Fed.
Hassett se ha convertido en el principal candidato de Trump para liderar la Reserva Federal (con una probabilidad del 71% según Polymarket). Actualmente es director del Consejo Nacional Económico, economista de oferta y leal partidario de Trump desde hace mucho tiempo, defensor de la idea de “priorizar el crecimiento”. Considera que, una vez ganada en gran medida la batalla contra la inflación, mantener altos tipos de interés reales es un acto de obstinación política y no de prudencia económica. Su posible nombramiento marcaría un decisivo cambio de régimen: la Reserva Federal dejaría atrás la cautela tecnocrática de la era Powell para pasar a una nueva misión, priorizando explícitamente la reducción del coste del crédito para impulsar la agenda económica presidencial.
Para comprender el marco de políticas que aplicaría, evaluemos con precisión sus declaraciones de este año sobre los tipos de interés y la Reserva Federal:
“La única razón que explica que la Fed no bajara los tipos en diciembre es el sesgo partidista anti-Trump.” (21 de noviembre).
“Si formara parte del FOMC, sería más proclive a bajar los tipos, a diferencia de Powell” (12 de noviembre).
“Estoy de acuerdo con Trump en que los tipos podrían ser mucho más bajos” (12 de noviembre).
“Las tres bajadas de tipos previstas son solo un comienzo” (17 de octubre).
“Quiero que la Fed siga bajando los tipos de forma significativa” (2 de octubre).
“La bajada de tipos de la Fed es el camino correcto hacia una rebaja de tipos mucho más profunda.” (18 de septiembre).
“Waller y Trump tienen razón respecto a los tipos de interés” (23 de junio).
En una escala del 1 al 10 que va de dovish a hawkish (1 = más dovish, 10 = más hawkish), Hassett obtiene un 2.
Si es nominado, Hassett sustituirá en enero a Milan como gobernador de la Fed, cuando expire el mandato corto de Milan. En mayo, cuando termine el mandato de Powell, Hassett será ascendido a presidente. Según el precedente histórico, Powell, tras anunciar su intención con varios meses de antelación, dimitirá del resto de su puesto de gobernador, allanando así el camino para que Trump nomine a Warsh para cubrir ese cargo.
Aunque Warsh es actualmente el principal rival de Hassett para la nominación como presidente, mi hipótesis central es que formará parte del bloque reformista. Exgobernador de la Fed, Warsh ha estado “haciendo campaña” con una plataforma de reformas estructurales, abogando abiertamente por un “nuevo acuerdo Tesoro-Fed” y criticando a la dirección de la Reserva Federal por sucumbir a la “tiranía del statu quo”. Es fundamental que Warsh considere que el actual auge de la productividad impulsado por la inteligencia artificial es esencialmente desinflacionista, lo que implica que mantener los tipos restrictivos es un error de política monetaria.
Nuevo equilibrio de poder
Este escenario dotará a la Reserva Federal de Trump de un núcleo dovish fuerte, con influencia de voto creíble en la mayoría de decisiones acomodaticias, aunque no está garantizado y el grado de inclinación dovish dependerá del consenso.
“Centristas persuadibles” (6 miembros): Cook (gobernadora), Barr (gobernador), Jefferson (gobernador), Kashkari (Minneapolis), Williams (Nueva York), A. Boussalem (Filadelfia).
Sin embargo, si Powell no dimite de su puesto de gobernador (algo muy probable; todos los presidentes salientes lo han hecho históricamente, por ejemplo, Yellen dimitió 18 días después de la nominación de Powell), sería extremadamente negativo. Esto no solo bloquearía la vacante necesaria para Warsh, sino que convertiría a Powell en un “presidente en la sombra”, creando otro posible centro de poder, quizá más leal, fuera del núcleo dovish.
Cronología: cuatro fases de reacción del mercado
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la reacción del mercado debería dividirse en cuatro fases distintas:
Se recibirá positivamente la nominación de Hassett (diciembre) y las semanas posteriores a su confirmación, ya que los activos de riesgo celebrarán tener a un dovish de renombre al frente de la Fed.
Si Powell no anuncia su dimisión del Consejo de Gobernadores en tres semanas, la inquietud irá en aumento, ya que cada día que pase volverá a surgir la pregunta: “¿Y si decide no marcharse?” El riesgo de cola reaparecerá.
En el momento en que Powell anuncie su dimisión, se producirá una oleada de alivio.
Cuando se acerque la primera reunión del FOMC bajo el liderazgo de Hassett en junio de 2026, los mercados volverán a ponerse nerviosos, atentos a cada palabra de los miembros con derecho a voto del FOMC (que hablan regularmente, permitiendo a los mercados atisbar sus perspectivas y razonamientos).
Riesgo: un comité dividido
El presidente no posee el “voto de calidad” que muchos imaginan (en realidad no existe), por lo que Hassett tendrá que ganar el debate en el FOMC para obtener una verdadera mayoría. Cada movimiento de 50 puntos básicos podría dar lugar a una división de 7 a 5, lo que causaría un daño institucional corrosivo al señalar al mercado que el presidente es un operador político y no un economista imparcial. En el peor de los casos, un empate 6-6 o una votación 4-8 en contra de la bajada de tipos sería un desastre. Los resultados exactos de las votaciones se publicarán en las actas del FOMC tres semanas después de cada reunión, convirtiendo dichas actas en eventos de gran impacto para el mercado.
La evolución tras la primera reunión es la mayor incógnita. Mi previsión básica es que, si Hassett cuenta con 4 votos firmes y una vía fiable para obtener 10, logrará un consenso dovish y ejecutará su agenda.
Conclusión: el mercado no puede anticiparse del todo al nuevo giro dovish de la Reserva Federal.
Repreciación de los tipos de interés
El gráfico de puntos es solo una ilusión. Aunque en septiembre el gráfico de puntos preveía un tipo para diciembre de 2026 del 3,4%, esa cifra representa la mediana de todos los participantes, incluidos los hawkish que no votan. Anonimizando el gráfico de puntos según las declaraciones públicas, estimo que la mediana de los votantes es bastante menor, en torno al 3,1%.
Cuando sustituyo a Powell y Milan por Hassett y Warsh, la situación cambia aún más. Si Milan y Waller representan la postura agresiva de recortes de la nueva Fed, la distribución de votos para 2026 sigue siendo bimodal, pero con picos más bajos: Williams / Boussalem / Barr al 3,1%, Hassett / Warsh / Waller al 2,6%. Anclo el tipo de la nueva dirección en el 2,6%, en línea con la previsión oficial de Milan. Sin embargo, observo que ha declarado preferir un “tipo apropiado” del 2,0% al 2,5%, lo que implica que la orientación de la nueva Fed podría ser incluso más baja de lo que predicen.
El mercado ya ha interiorizado parte de esto: al 2 de diciembre, la expectativa del tipo para diciembre de 2026 es del 3,02%, pero aún no ha descontado plenamente la magnitud de este cambio de régimen. Si Hassett logra bajar los tipos, la curva a corto plazo debería ajustarse otros 40 puntos básicos. Además, si Hassett acierta en su pronóstico de desinflación por el lado de la oferta, la inflación bajará más rápido de lo que el mercado espera, lo que impulsará recortes aún más agresivos para evitar un endurecimiento pasivo.
Impacto cross-asset
Aunque la primera reacción a la nominación de Hassett debería ser “mayor apetito por riesgo”, la materialización exacta de este cambio de régimen será una “empinamiento inflacionario”: apostar por una política muy acomodaticia a corto plazo, pero anticipar mayor crecimiento nominal (y riesgos de inflación) a largo plazo.
Tipos de interés: Hassett quiere que la Fed baje los tipos agresivamente en recesión y que mantenga un crecimiento superior al 3% en periodos de bonanza. Si lo logra, el rendimiento del bono a 2 años debería caer drásticamente reflejando los recortes, mientras que el del 10 años podría mantenerse alto por mayor crecimiento estructural y prima de inflación persistente.
Renta variable: Hassett considera que la política actual está reprimiendo activamente el auge de productividad impulsado por la IA. Reducirá drásticamente el tipo de descuento real, provocando un “despegue” de los múltiplos de valoración de las acciones de crecimiento. El riesgo no es una recesión, sino que la parte larga de la curva suba en protesta y desate turbulencias en el mercado de bonos.
Oro: Una Fed alineada políticamente, que prioriza el crecimiento económico frente al objetivo de inflación, es un escenario alcista de manual para los activos duros. El oro debería hacerlo mejor que la deuda estadounidense, ya que el mercado cubrirá el riesgo de que el nuevo gobierno repita los errores de política monetaria de los años 70 por recortar demasiado los tipos.
Bitcoin: En condiciones normales, bitcoin sería la expresión más pura de la “operativa de cambio de régimen”. Sin embargo, desde el shock del 10 de octubre, bitcoin ha mostrado una fuerte asimetría bajista, con poco rebote macro y caídas bruscas ante cualquier noticia negativa, debido sobre todo al temor al “ciclo de cuatro años” y a una crisis de confianza en su propio posicionamiento. Creo que para 2026, la política monetaria de Hassett y la agenda desreguladora de Trump acabarán superando el actual sentimiento bajista autocumplido.
Nota técnica: el “Tealbook”
El Tealbook es la previsión económica oficial elaborada por el personal de la Reserva Federal y sirve como referencia estadística para todas las discusiones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Este informe lo elabora el Departamento de Investigación y Estadística, dirigido por la directora Trefin, con más de 400 economistas. Tanto Trefin como la mayoría de su personal son keynesianos, y el principal modelo de la Fed (FRB/US) es abiertamente neokeynesiano.
Hassett puede, mediante una votación del Consejo de Gobernadores, nombrar a un economista de oferta para dirigir el departamento. Sustituir a un keynesiano tradicional (que piensa que el crecimiento provoca inflación) por un economista de oferta (que cree que el auge de la IA es desinflacionario) alteraría drásticamente las previsiones. Por ejemplo, si el modelo de ese departamento predijera que la inflación bajaría del 2,5% al 1,8% por el aumento de la productividad, incluso los miembros menos dovish del FOMC estarían más dispuestos a votar por recortes agresivos de tipos.
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2026: el año del cambio de régimen en la Reserva Federal
Autor del artículo: Alex Krüger
Traducción del artículo: Block unicorn
Prólogo
La Reserva Federal tal y como la conocemos llegará a su fin en 2026.
El factor más importante para el retorno de los activos el próximo año será la nueva Reserva Federal, especialmente el cambio de régimen que supondrá la designación por Trump de un nuevo presidente para la Fed.
Hassett se ha convertido en el principal candidato de Trump para liderar la Reserva Federal (con una probabilidad del 71% según Polymarket). Actualmente es director del Consejo Nacional Económico, economista de oferta y leal partidario de Trump desde hace mucho tiempo, defensor de la idea de “priorizar el crecimiento”. Considera que, una vez ganada en gran medida la batalla contra la inflación, mantener altos tipos de interés reales es un acto de obstinación política y no de prudencia económica. Su posible nombramiento marcaría un decisivo cambio de régimen: la Reserva Federal dejaría atrás la cautela tecnocrática de la era Powell para pasar a una nueva misión, priorizando explícitamente la reducción del coste del crédito para impulsar la agenda económica presidencial.
Para comprender el marco de políticas que aplicaría, evaluemos con precisión sus declaraciones de este año sobre los tipos de interés y la Reserva Federal:
En una escala del 1 al 10 que va de dovish a hawkish (1 = más dovish, 10 = más hawkish), Hassett obtiene un 2.
Si es nominado, Hassett sustituirá en enero a Milan como gobernador de la Fed, cuando expire el mandato corto de Milan. En mayo, cuando termine el mandato de Powell, Hassett será ascendido a presidente. Según el precedente histórico, Powell, tras anunciar su intención con varios meses de antelación, dimitirá del resto de su puesto de gobernador, allanando así el camino para que Trump nomine a Warsh para cubrir ese cargo.
Aunque Warsh es actualmente el principal rival de Hassett para la nominación como presidente, mi hipótesis central es que formará parte del bloque reformista. Exgobernador de la Fed, Warsh ha estado “haciendo campaña” con una plataforma de reformas estructurales, abogando abiertamente por un “nuevo acuerdo Tesoro-Fed” y criticando a la dirección de la Reserva Federal por sucumbir a la “tiranía del statu quo”. Es fundamental que Warsh considere que el actual auge de la productividad impulsado por la inteligencia artificial es esencialmente desinflacionista, lo que implica que mantener los tipos restrictivos es un error de política monetaria.
Nuevo equilibrio de poder
Este escenario dotará a la Reserva Federal de Trump de un núcleo dovish fuerte, con influencia de voto creíble en la mayoría de decisiones acomodaticias, aunque no está garantizado y el grado de inclinación dovish dependerá del consenso.
Sin embargo, si Powell no dimite de su puesto de gobernador (algo muy probable; todos los presidentes salientes lo han hecho históricamente, por ejemplo, Yellen dimitió 18 días después de la nominación de Powell), sería extremadamente negativo. Esto no solo bloquearía la vacante necesaria para Warsh, sino que convertiría a Powell en un “presidente en la sombra”, creando otro posible centro de poder, quizá más leal, fuera del núcleo dovish.
Cronología: cuatro fases de reacción del mercado
Teniendo en cuenta todo lo anterior, la reacción del mercado debería dividirse en cuatro fases distintas:
Se recibirá positivamente la nominación de Hassett (diciembre) y las semanas posteriores a su confirmación, ya que los activos de riesgo celebrarán tener a un dovish de renombre al frente de la Fed.
Si Powell no anuncia su dimisión del Consejo de Gobernadores en tres semanas, la inquietud irá en aumento, ya que cada día que pase volverá a surgir la pregunta: “¿Y si decide no marcharse?” El riesgo de cola reaparecerá.
En el momento en que Powell anuncie su dimisión, se producirá una oleada de alivio.
Cuando se acerque la primera reunión del FOMC bajo el liderazgo de Hassett en junio de 2026, los mercados volverán a ponerse nerviosos, atentos a cada palabra de los miembros con derecho a voto del FOMC (que hablan regularmente, permitiendo a los mercados atisbar sus perspectivas y razonamientos).
Riesgo: un comité dividido
El presidente no posee el “voto de calidad” que muchos imaginan (en realidad no existe), por lo que Hassett tendrá que ganar el debate en el FOMC para obtener una verdadera mayoría. Cada movimiento de 50 puntos básicos podría dar lugar a una división de 7 a 5, lo que causaría un daño institucional corrosivo al señalar al mercado que el presidente es un operador político y no un economista imparcial. En el peor de los casos, un empate 6-6 o una votación 4-8 en contra de la bajada de tipos sería un desastre. Los resultados exactos de las votaciones se publicarán en las actas del FOMC tres semanas después de cada reunión, convirtiendo dichas actas en eventos de gran impacto para el mercado.
La evolución tras la primera reunión es la mayor incógnita. Mi previsión básica es que, si Hassett cuenta con 4 votos firmes y una vía fiable para obtener 10, logrará un consenso dovish y ejecutará su agenda.
Conclusión: el mercado no puede anticiparse del todo al nuevo giro dovish de la Reserva Federal.
Repreciación de los tipos de interés
El gráfico de puntos es solo una ilusión. Aunque en septiembre el gráfico de puntos preveía un tipo para diciembre de 2026 del 3,4%, esa cifra representa la mediana de todos los participantes, incluidos los hawkish que no votan. Anonimizando el gráfico de puntos según las declaraciones públicas, estimo que la mediana de los votantes es bastante menor, en torno al 3,1%.
Cuando sustituyo a Powell y Milan por Hassett y Warsh, la situación cambia aún más. Si Milan y Waller representan la postura agresiva de recortes de la nueva Fed, la distribución de votos para 2026 sigue siendo bimodal, pero con picos más bajos: Williams / Boussalem / Barr al 3,1%, Hassett / Warsh / Waller al 2,6%. Anclo el tipo de la nueva dirección en el 2,6%, en línea con la previsión oficial de Milan. Sin embargo, observo que ha declarado preferir un “tipo apropiado” del 2,0% al 2,5%, lo que implica que la orientación de la nueva Fed podría ser incluso más baja de lo que predicen.
El mercado ya ha interiorizado parte de esto: al 2 de diciembre, la expectativa del tipo para diciembre de 2026 es del 3,02%, pero aún no ha descontado plenamente la magnitud de este cambio de régimen. Si Hassett logra bajar los tipos, la curva a corto plazo debería ajustarse otros 40 puntos básicos. Además, si Hassett acierta en su pronóstico de desinflación por el lado de la oferta, la inflación bajará más rápido de lo que el mercado espera, lo que impulsará recortes aún más agresivos para evitar un endurecimiento pasivo.
Impacto cross-asset
Aunque la primera reacción a la nominación de Hassett debería ser “mayor apetito por riesgo”, la materialización exacta de este cambio de régimen será una “empinamiento inflacionario”: apostar por una política muy acomodaticia a corto plazo, pero anticipar mayor crecimiento nominal (y riesgos de inflación) a largo plazo.
Tipos de interés: Hassett quiere que la Fed baje los tipos agresivamente en recesión y que mantenga un crecimiento superior al 3% en periodos de bonanza. Si lo logra, el rendimiento del bono a 2 años debería caer drásticamente reflejando los recortes, mientras que el del 10 años podría mantenerse alto por mayor crecimiento estructural y prima de inflación persistente.
Renta variable: Hassett considera que la política actual está reprimiendo activamente el auge de productividad impulsado por la IA. Reducirá drásticamente el tipo de descuento real, provocando un “despegue” de los múltiplos de valoración de las acciones de crecimiento. El riesgo no es una recesión, sino que la parte larga de la curva suba en protesta y desate turbulencias en el mercado de bonos.
Oro: Una Fed alineada políticamente, que prioriza el crecimiento económico frente al objetivo de inflación, es un escenario alcista de manual para los activos duros. El oro debería hacerlo mejor que la deuda estadounidense, ya que el mercado cubrirá el riesgo de que el nuevo gobierno repita los errores de política monetaria de los años 70 por recortar demasiado los tipos.
Bitcoin: En condiciones normales, bitcoin sería la expresión más pura de la “operativa de cambio de régimen”. Sin embargo, desde el shock del 10 de octubre, bitcoin ha mostrado una fuerte asimetría bajista, con poco rebote macro y caídas bruscas ante cualquier noticia negativa, debido sobre todo al temor al “ciclo de cuatro años” y a una crisis de confianza en su propio posicionamiento. Creo que para 2026, la política monetaria de Hassett y la agenda desreguladora de Trump acabarán superando el actual sentimiento bajista autocumplido.
Nota técnica: el “Tealbook”
El Tealbook es la previsión económica oficial elaborada por el personal de la Reserva Federal y sirve como referencia estadística para todas las discusiones del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC). Este informe lo elabora el Departamento de Investigación y Estadística, dirigido por la directora Trefin, con más de 400 economistas. Tanto Trefin como la mayoría de su personal son keynesianos, y el principal modelo de la Fed (FRB/US) es abiertamente neokeynesiano.
Hassett puede, mediante una votación del Consejo de Gobernadores, nombrar a un economista de oferta para dirigir el departamento. Sustituir a un keynesiano tradicional (que piensa que el crecimiento provoca inflación) por un economista de oferta (que cree que el auge de la IA es desinflacionario) alteraría drásticamente las previsiones. Por ejemplo, si el modelo de ese departamento predijera que la inflación bajaría del 2,5% al 1,8% por el aumento de la productividad, incluso los miembros menos dovish del FOMC estarían más dispuestos a votar por recortes agresivos de tipos.