El año 2025 en el mundo DeFi está protagonizando una batalla invisible. Cuando la capitalización de USDD 2.0 superó los cien mil millones, apareció un fenómeno interesante: se convirtió en el «imán de liquidez» más fuerte en el ecosistema de Tron e incluso en el mercado de cadenas cruzadas. Todo tipo de protocolos de préstamo y DEXs se dieron cuenta de una cruel realidad: sin pares de trading con USDD, no hay profundidad de mercado ni presencia.

Así, se desató una «carrera de sobornos» sin precedentes. Los nuevos proyectos DeFi comenzaron a repartir tokens de manera frenética, poniendo entre 5% y 10% de su suministro total como fichas, con un único objetivo: que el Smart Allocator de USDD dirija fondos hacia ellos. Los poseedores comunes de USDD, en cambio, solo disfrutan de los beneficios, con airdrops que caen del cielo.

Este método en realidad es una versión del concepto de las Curve Wars de aquel entonces, pero USDD 2.0 juega más duro. Ya no es solo un fondo de liquidez pasivo, sino un «creador de reyes» activo. El poder de voto del Smart Allocator decide el destino de miles de millones de dólares, y si el protocolo A es seleccionado, su valor se dispara; si es el protocolo B, despega aún más. La concentración y dispersión de este poder están redefiniendo la estructura del ecosistema DeFi.