Durante el último año, no han faltado disputas sobre políticas económicas. El presidente de EE. UU. impulsa la idea de reducir las tasas de interés de la Reserva Federal al 1%, pero los datos más recientes dieron un golpe de realidad: el crecimiento del PIB en el tercer trimestre alcanzó un 4.3% anualizado, muy por encima de las expectativas del mercado, y la inflación también subió al 2.8%. La economía no está en recesión, sino que muestra señales de sobrecalentamiento. Si se sigue esa ruta de recortes agresivos, el riesgo de que la inflación se descontrole es casi seguro.

Esta lucha de poder entre el presidente y los líderes de la Reserva Federal en realidad refleja un problema más profundo: la incertidumbre en las decisiones económicas de alto nivel y la lucha por intereses políticos, lo que hace que los inversores comunes no puedan encontrar una dirección clara. La era en la que las reglas eran claras y las políticas de los bancos centrales predecibles está llegando a su fin, siendo reemplazada por un nuevo escenario dominado por la lucha por el poder y las disputas narrativas. La vieja estrategia de confiar en las señales de política de los bancos centrales y en el apoyo fiscal del gobierno para gestionar los activos se vuelve cada vez más difícil de aplicar.

En este contexto, el mundo de blockchain y activos criptográficos ofrece una alternativa: reemplazar las decisiones humanas con reglas codificadas, y sustituir las políticas ajustadas a mano por mecanismos en la cadena transparentes y verificables. Por ejemplo, algunas stablecoins descentralizadas transfieren la confianza de "el juicio de una persona" a "el código abierto", operando mediante contratos inteligentes que se ejecutan automáticamente y mecanismos de sobrecolateralización en la cadena que son verificables, inmunes a las interferencias de los ciclos políticos. El valor de los activos ya no se ancla mediante ajustes humanos en objetivos de inflación, sino que se sustenta en una variedad de activos en la cadena y en el equilibrio natural de oferta y demanda del mercado.

Para los inversores, ya no se trata de decidir si deben o no incluir estos activos transparentes y descentralizados en los que se confía mediante reglas claras, sino de tener que hacerlo. A medida que las contradicciones en el marco de gobernanza económica tradicional se vuelven más evidentes, mover una parte de los activos a lugares que no dependan de una autoridad central única se vuelve una necesidad imperante.