En el mundo de la inteligencia artificial en rápida evolución, estamos al borde de una "economía agéntica": un futuro en el que los agentes de IA no solo responden a consultas, sino que actúan de forma independiente: comercian activos, compran en línea, gestionan finanzas y se coordinan con otros agentes. Sin embargo, a medida que estos agentes adquieren autonomía, surge una cuestión crítica: cuando un bot de IA vacía una cartera a las 3 de la madrugada, ¿quién es responsable?
La mayoría de las blockchains tratan una cartera como una entidad única e indivisible: una dirección equivale a una persona, lo que implica una capacidad ilimitada
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En el mundo de la inteligencia artificial en rápida evolución, estamos al borde de una "economía agéntica": un futuro en el que los agentes de IA no solo responden a consultas, sino que actúan de forma independiente: comercian activos, compran en línea, gestionan finanzas y se coordinan con otros agentes. Sin embargo, a medida que estos agentes adquieren autonomía, surge una cuestión crítica: cuando un bot de IA vacía una cartera a las 3 de la madrugada, ¿quién es responsable?
La mayoría de las blockchains tratan una cartera como una entidad única e indivisible: una dirección equivale a una persona, lo que implica una capacidad ilimitada