¡Vaya, esto sí que cambia rápido!

Bank of America acaba de lanzar una bomba nuclear: a partir de enero de 2026, sus más de 15.000 asesores de patrimonio podrán decirle proactivamente a los clientes: "Oiga, ¿ha pensado en poner entre un 1% y un 4% de su dinero en criptomonedas?". Antes, tenías que ser tú quien preguntara, y los asesores parecían tener la boca sellada, sin poder mencionar ni una palabra.

Esta vez van en serio. Cuatro ETFs de Bitcoin (BITB, FBTC, BTC, IBIT) entran directamente en la lista oficial de recomendaciones. Incluso los grandes inversores de la banca privada lo dicen claramente: para quienes puedan soportar la volatilidad, tener algo de esto "es bastante adecuado".

Ese 1%-4% no es un número sacado de la manga. Morgan Stanley recomienda entre el 2% y el 4%, BlackRock es más conservador y sugiere entre el 1% y el 2%, y Fidelity llega hasta el 7,5% para los jóvenes. Incluso el tradicionalista Vanguard ha cedido recientemente y permite operar ETFs de cripto. Que instituciones tan veteranas cambien de rumbo a la vez no es algo habitual.

El giro regulatorio es aún más contundente. El gobierno de Trump eliminó muchas de las restricciones bancarias, y las leyes sobre criptomonedas avanzan velozmente en el Congreso. Las principales bolsas de intercambio y los sistemas bancarios ya están integrados sin fisuras; ese muro regulatorio se está desmoronando bloque a bloque.

Es cierto que Bitcoin ha flojeado últimamente, cayendo de su máximo de 126.000 dólares a 87.000, pero la "rebelión" colectiva de Wall Street ya lo deja claro: los activos digitales han dejado de ser una apuesta de nicho para convertirse en una herramienta legítima de gestión patrimonial. Cuando los asesores de Merrill Lynch empiezan a entregar folletos de ETFs de Bitcoin a sus clientes, las reglas del juego ya han cambiado por completo.