Esta semana, tras operar, la cuenta directamente se disparó a casi 180.000 U de beneficios. Sinceramente, el ritmo de mi corazón era casi igual que cuando estoy pegado a la pantalla vigilando el mercado.

La historia empieza a finales de noviembre. Por aquel entonces estaba siguiendo ZEC; después de subir a máximos, claramente ya no tenía fuerza, y viendo cómo se movían las velas K, se notaba que iba a flojear. Abrí un corto alrededor de los 530 U, pensando: "Si vas a caer, hazlo ya y no te quedes ahí parado". Y tal como lo quería, empezó a desplomarse. Cuando llegó a 380 U, cerré la posición sin dudarlo, embolsándome un poco más de 46.000 U en esa jugada.

No iba a dejar que el dinero ganado se quedase parado. Así que empecé a buscar monedas que estuvieran en el fondo. PIPPIN estaba tumbada en 0.1105 U, con un volumen de negociación por los suelos, y la presión vendedora parecía ya agotada. Aposté por un rebote y me lancé de cabeza. Y resultó ser un acierto: empezó a subir con fuerza y absorbí todas las órdenes de venta por encima de 0.219 U, llevándome directamente algo más de 110.000 U.

Lo más emocionante fue la noche del 3 de diciembre. Cuando ZEC cayó a 328 U, noté que parecía haberse cansado de bajar y empezó a consolidar, además el volumen también iba subiendo poco a poco. Intuí que se preparaba para un nuevo impulso y abrí largos de inmediato. Dos días después subió a 406 U, cerré todo y metí otros más de 20.000 U en el bolsillo.

Tres operaciones, tres éxitos. Mi estrategia es bastante sencilla: cuando llega a máximos, abro cortos; cuando toca fondo, abro largos, y el beneficio de una operación lo uso como capital para la siguiente. Así es el mercado: tienes que entrar cuando nadie se atreve a comprar y salir cuando todo el mundo grita que es alcista. No siempre acierto con el timing, pero cuando lo hago, hay que maximizar el beneficio.

Si tú también quieres aprender a captar estos momentos, podemos hablarlo.