Es posible que los mercados de bonos se dirijan hacia aguas turbulentas. Si los inversores empiezan a dudar de que el próximo presidente de la Fed pueda mantener la independencia de la política monetaria, podríamos ver un escenario en el que el banco central no tenga más remedio que volver a poner en marcha la máquina de expansión cuantitativa.

La cuestión es la siguiente: cuando los operadores de bonos pierden la confianza en la autonomía de la dirección de la Fed, los rendimientos a largo plazo tienden a dispararse. Eso es un problema porque el aumento de los costes de endeudamiento se extiende por toda la economía, afectando a todo, desde las hipotecas hasta la deuda corporativa. Y sí, eso también incluye a los mercados cripto.

¿Entonces, cuál es el plan? QE. Otra vez. La Fed básicamente intervendría para comprar bonos y suprimir artificialmente esos tipos a largo plazo. Es el mismo conjunto de herramientas que han utilizado antes, pero esta vez el desencadenante no sería una crisis financiera, sino una crisis de credibilidad.

Para los activos de riesgo como las criptomonedas, esto es un arma de doble filo. Más QE significa más liquidez inundando el sistema, lo que históricamente ha impulsado los precios. Pero también señala problemas estructurales más profundos en las finanzas tradicionales, lo que podría hacer que el dinero institucional se incline hacia alternativas descentralizadas... o desencadenar una huida generalizada hacia activos refugio.

En cualquier caso, mantén la vista puesta en la volatilidad del mercado de bonos. Podría ser el canario en la mina que anticipe el próximo gran giro de la Fed.