El mercado tiene la mirada puesta en la reunión clave de diciembre.

¿Cuál es el consenso actual? Que la economía estadounidense se está desacelerando, la inflación se está enfriando y lo más probable es que la Reserva Federal se muestre más flexible. Esta expectativa está presionando al dólar, que apenas puede tomar aire.

Un vistazo a los datos del cierre en Nueva York: el índice del dólar subió ligeramente un 0,12% hasta 99,10, pero las divisas no estadounidenses cayeron en bloque. El euro bajó un 0,06% frente al dólar hasta 1,1637, la libra cayó un 0,08% hasta 1,3322 y el dólar australiano fue el más perjudicado, perdiendo un 0,23% hasta 0,6624. Por el contrario, el dólar subió un 0,38% frente al yen japonés hasta 155,9320, un 0,29% frente al dólar canadiense hasta 1,3858 y un 0,27% frente al franco suizo hasta 0,8068. El yuan offshore se debilitó ligeramente 28 puntos hasta 7,0719.

¿Cómo se pueden describir los últimos datos económicos estadounidenses? Tibios. El empleo ya no es tan fuerte, la industria manufacturera sigue en niveles bajos y la inflación ha caído a un rango aceptable para la Fed.

Por eso el mercado está convencido de que se acerca un ciclo de relajación. Ahora todos esperan las palabras del presidente de la Fed: si adopta un tono duro, el dólar podrá respirar; pero si subraya la presión económica y que la inflación sigue bajando, las expectativas de recorte de tipos se dispararán.

Dicho esto, el dólar tampoco está completamente desarmado. Los últimos datos de confianza del consumidor son aceptables y sirven de cierto apoyo.

En definitiva, la evolución actual del dólar está completamente guiada por las expectativas de política monetaria. ¿Las ligeras mejoras en los datos económicos? De momento, no son suficientes para cambiar el panorama general.