En la noche del 8 de diciembre, el asesor económico de Trump, Kevin Hassett, se pronunció públicamente: la Reserva Federal debería seguir bajando los tipos de interés.

Sin embargo, no dio un objetivo concreto para la tasa, solo dijo: "hay que estar atentos a los datos". Esto suena diplomático, pero tiene un matiz sutil: el trabajo del presidente de la Fed es observar los datos, hacer ajustes y explicar la lógica. ¿Decidir ya el rumbo de los tipos para los próximos seis meses? Eso sería irresponsable.

En cuanto a los candidatos para el próximo presidente de la Fed, Hassett no se guardó nada: "Trump tiene buenas cartas en la mano. Si me lo pide, estaré encantado de ayudarle". Esto es tanto una declaración de intenciones como una forma de dejar incógnitas para el mercado.

Es importante señalar que atribuyó la reciente volatilidad del mercado de bonos estadounidense a la incertidumbre sobre la política de la Fed, y lanzó una predicción: la rentabilidad de los bonos estadounidenses a 10 años aún tiene un margen considerable a la baja. Si esta lógica es correcta, podría ser una señal para los activos de riesgo.

Además, Hassett mencionó la caída de la confianza del consumidor en noviembre y culpó al "cierre" del gobierno, insinuando que Trump pronto lanzará una "gran jugada". ¿De qué se trata exactamente? No lo dijo, pero está claro que el mercado está a la espera.

Según el calendario, la Reserva Federal celebrará su reunión de política monetaria los días 9 y 10 de diciembre, y los resultados se anunciarán a las 3 de la madrugada (hora de Pekín) del día 11. ¿Bajará o no los tipos, y cuánto? La respuesta se desvelará en breve.