Cada vez se habla más de que las stablecoins están subiendo el nivel en los pagos transfronterizos. Ahora mismo, las transferencias internacionales son lentas, caras y están plagadas de intermediarios que se llevan su parte. Las stablecoins podrían cambiar ese panorama: liquidaciones instantáneas, comisiones más bajas y una transparencia que la banca tradicional simplemente no puede igualar.

Piénsalo: los comercios y empresas que gestionan varias divisas pierden tiempo y dinero en conversiones. Una infraestructura basada en stablecoins podría agilizar todo ese proceso. Es cierto que los marcos regulatorios aún están poniéndose al día, pero la tecnología ya está demostrando su eficacia en los corredores de remesas donde más se necesita.

La verdadera pregunta no es si las stablecoins PUEDEN funcionar para pagos internacionales, sino si el sistema financiero existente se adaptará o se resistirá. ¿Mi apuesta? La presión de los usuarios que exigen opciones mejores, más rápidas y más baratas hará avanzar el debate.