La jugada de la bajada de tipos de la Reserva Federal está remodelando todo el panorama del mercado cripto.
Empecemos por la política. La probabilidad de otra bajada de 25 puntos básicos en diciembre ya se ha disparado al 85%, y no es un rumor infundado. La presión de Trump sobre la Fed es cada vez más evidente: en cuanto se abra el grifo de la liquidez, ¿hacia dónde fluirá el dinero? La experiencia histórica nos dice que las criptomonedas son la primera piscina en recoger esa ola de capital.
A nivel institucional, el mensaje es aún más claro. El ETF de Bitcoin de BlackRock ya ha atraído 70.700 millones de dólares. ¿Qué significa esto? Los grandes actores de las finanzas tradicionales no están probando suerte, están apostando todo. Más aún: el 86% de las instituciones ya están posicionándose en la tokenización de activos del mundo real (RWA), y el total de bitcoins en manos de empresas ha superado los 163.000 millones de dólares. Los grandes ya han mostrado sus cartas.
SOL ha superado recientemente a BNB en capitalización y ha entrado en el top cinco; Dogecoin ha subido un 30% en una semana. Las señales son claras: la temporada de altcoins podría estar realmente a punto de empezar. Tras cada bajada de tipos, la euforia colectiva de las altcoins ha sido casi una constante histórica.
Pero también hay que advertir: tras la bajada de septiembre, Bitcoin vivió una auténtica montaña rusa y los largos apalancados fueron liquidados de forma brutal. El tono agresivo de Powell no es ninguna broma; la volatilidad a corto plazo está asegurada.
Sin embargo, si miramos a largo plazo, y de verdad empieza un ciclo expansivo el año que viene, tomando como referencia el rally de 2020, una subida del 300% en Bitcoin no es imposible. El objetivo de 210.000 dólares puede sonar exagerado ahora, pero ¿quién sabe?
Este es el momento clave: a corto plazo puede haber trampas, a largo plazo puede haber oportunidades. ¿Tú qué eliges?
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La jugada de la bajada de tipos de la Reserva Federal está remodelando todo el panorama del mercado cripto.
Empecemos por la política. La probabilidad de otra bajada de 25 puntos básicos en diciembre ya se ha disparado al 85%, y no es un rumor infundado. La presión de Trump sobre la Fed es cada vez más evidente: en cuanto se abra el grifo de la liquidez, ¿hacia dónde fluirá el dinero? La experiencia histórica nos dice que las criptomonedas son la primera piscina en recoger esa ola de capital.
A nivel institucional, el mensaje es aún más claro. El ETF de Bitcoin de BlackRock ya ha atraído 70.700 millones de dólares. ¿Qué significa esto? Los grandes actores de las finanzas tradicionales no están probando suerte, están apostando todo. Más aún: el 86% de las instituciones ya están posicionándose en la tokenización de activos del mundo real (RWA), y el total de bitcoins en manos de empresas ha superado los 163.000 millones de dólares. Los grandes ya han mostrado sus cartas.
SOL ha superado recientemente a BNB en capitalización y ha entrado en el top cinco; Dogecoin ha subido un 30% en una semana. Las señales son claras: la temporada de altcoins podría estar realmente a punto de empezar. Tras cada bajada de tipos, la euforia colectiva de las altcoins ha sido casi una constante histórica.
Pero también hay que advertir: tras la bajada de septiembre, Bitcoin vivió una auténtica montaña rusa y los largos apalancados fueron liquidados de forma brutal. El tono agresivo de Powell no es ninguna broma; la volatilidad a corto plazo está asegurada.
Sin embargo, si miramos a largo plazo, y de verdad empieza un ciclo expansivo el año que viene, tomando como referencia el rally de 2020, una subida del 300% en Bitcoin no es imposible. El objetivo de 210.000 dólares puede sonar exagerado ahora, pero ¿quién sabe?
Este es el momento clave: a corto plazo puede haber trampas, a largo plazo puede haber oportunidades. ¿Tú qué eliges?