Algunos pintan un panorama bastante sombrío: de cara a 2026, si el mercado global de bonos se derrumba, las vulnerabilidades del Reino Unido quedarán al descubierto. Pero todo ese ruido sobre que van a suplicar al FMI un rescate es solo eso: ruido.

Piénsalo: la turbulencia en el mercado de bonos significa que las finanzas tradicionales tiemblan. Cuando TradFi estornuda, las criptomonedas se resfrían. Los flujos de capital cambian, el apetito por el riesgo se desploma y, de repente, todos buscan refugios más seguros. El Reino Unido podría quedar expuesto, sí, pero dramatizar con intervenciones del FMI parece exagerado.

Lo realmente interesante aquí no es el catastrofismo, sino cómo estos temblores macroeconómicos pueden repercutir en los protocolos DeFi, la demanda de stablecoins y la liquidez transfronteriza. Cuando los mercados de deuda fiat se complican, las alternativas descentralizadas dejan de parecer marginales y empiezan a verse como un plan B.

Así que sí, conviene vigilar 2026. No porque el Reino Unido esté condenado, sino porque las grietas en las finanzas tradicionales suelen abrir oportunidades para las criptomonedas.