Recientemente tomé una decisión: cambiar todos los 90.000 dólares en USDT de mi cuenta por USDC.
No fue un impulso momentáneo, sino que realmente he visto algunas señales inquietantes.
A finales del mes pasado, S&P rebajó directamente la evaluación de estabilidad de USDT al nivel 5, el más bajo de su sistema, denominado “débil”. En cuanto salió esa calificación, empecé a revisar el informe de la estructura de reservas. Resulta que la proporción de activos de alto riesgo pasó del 17% al 24%, y solo la posición en Bitcoin representa el 5,6% del volumen en circulación. El problema es que el colchón de sobrecolateralización es solo del 3,9%, lo que significa que si BTC cae un poco, la tasa de colateralización podría no aguantar.
Lo que resulta aún más desconcertante es que Tether ni siquiera publica quiénes son sus entidades de custodia, ni informa sobre el nivel de solvencia de sus contrapartes; los detalles de los activos en reserva son vagos, ¿informe de auditoría? No existe.
Otro detalle: Tether utiliza los fondos de los usuarios para invertir en oro y otros negocios ajenos, y si ganan dinero es para ellos, pero si pierden el riesgo lo asumen íntegramente los tenedores de tokens. Además, en El Salvador la regulación es tan laxa que roza lo absurdo, y la segregación de activos es completamente opaca.
Me pregunto: USDC y USDT no se diferencian mucho en cuanto a uso práctico, así que, ¿por qué arriesgarme a mantener un activo cuya exposición al riesgo no deja de aumentar? Los minoristas ya estamos en lo más bajo de la cadena alimentaria; si algo sale mal, ni tiempo hay para reaccionar. USDT ha sido cuestionado muchas veces a lo largo de los años, y cuando se grita “que viene el lobo” tantas veces, la gente se vuelve insensible, pero ¿y si un día el lobo realmente aparece?
El capital principal es la base de todo; protegerlo es lo más importante.
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Recientemente tomé una decisión: cambiar todos los 90.000 dólares en USDT de mi cuenta por USDC.
No fue un impulso momentáneo, sino que realmente he visto algunas señales inquietantes.
A finales del mes pasado, S&P rebajó directamente la evaluación de estabilidad de USDT al nivel 5, el más bajo de su sistema, denominado “débil”. En cuanto salió esa calificación, empecé a revisar el informe de la estructura de reservas. Resulta que la proporción de activos de alto riesgo pasó del 17% al 24%, y solo la posición en Bitcoin representa el 5,6% del volumen en circulación. El problema es que el colchón de sobrecolateralización es solo del 3,9%, lo que significa que si BTC cae un poco, la tasa de colateralización podría no aguantar.
Lo que resulta aún más desconcertante es que Tether ni siquiera publica quiénes son sus entidades de custodia, ni informa sobre el nivel de solvencia de sus contrapartes; los detalles de los activos en reserva son vagos, ¿informe de auditoría? No existe.
Otro detalle: Tether utiliza los fondos de los usuarios para invertir en oro y otros negocios ajenos, y si ganan dinero es para ellos, pero si pierden el riesgo lo asumen íntegramente los tenedores de tokens. Además, en El Salvador la regulación es tan laxa que roza lo absurdo, y la segregación de activos es completamente opaca.
Me pregunto: USDC y USDT no se diferencian mucho en cuanto a uso práctico, así que, ¿por qué arriesgarme a mantener un activo cuya exposición al riesgo no deja de aumentar? Los minoristas ya estamos en lo más bajo de la cadena alimentaria; si algo sale mal, ni tiempo hay para reaccionar. USDT ha sido cuestionado muchas veces a lo largo de los años, y cuando se grita “que viene el lobo” tantas veces, la gente se vuelve insensible, pero ¿y si un día el lobo realmente aparece?
El capital principal es la base de todo; protegerlo es lo más importante.