Se acaba de alcanzar un hito importante en el ámbito de los fondos soberanos: las reservas de oro de una nación han superado oficialmente el umbral de los $300 mil millones por primera vez en su historia económica contemporánea.

No se trata solo de presumir cifras. Esto señala un giro calculado en la estrategia de diversificación de reservas en un periodo en el que la confianza en las monedas fiduciarias tradicionales sigue siendo puesta a prueba. Los bancos centrales de todo el mundo han estado acumulando oro físico de manera agresiva desde 2022, pero esta expansión concreta de reservas destaca tanto por su magnitud como por su momento.

Este movimiento plantea cuestiones interesantes para los defensores de los activos digitales. Si los grandes inversores institucionales apuestan fuerte por un activo físico con 5.000 años de historia, ¿qué significa eso para la narrativa de Bitcoin como “oro digital”? ¿Estamos viendo coberturas complementarias o refugios seguros en competencia? En cualquier caso, cuando un tesoro gubernamental lanza este tipo de mensaje a través de su balance, el mercado suele prestar atención—ya estés operando futuros, holdeando sats o simplemente viendo cómo la inflación devora tu ahorro.