¿Podemos ser sinceros por un momento? El mayor enemigo de DeFi no son los reguladores ni los competidores, es la curva de aprendizaje. Se está pidiendo a la gente común que entienda las comisiones de gas, que navegue por la seguridad de las carteras, que descifre los riesgos de los contratos inteligentes, que esquive los bots MEV y que, de alguna manera, no pierda sus fondos en el proceso. Eso no es adopción, es una carrera de obstáculos.

Llevo semanas diciendo esto: la complejidad nos está matando. Los usuarios normales no deberían necesitar una carrera en informática solo para intercambiar tokens o generar rendimientos. No les importan los hashes de transacción ni las confirmaciones de bloque, solo quieren que las cosas funcionen.

Por esto mismo las plataformas todo en uno están captando mi atención últimamente. Cuando un proyecto puede agrupar todo—intercambios, staking, provisión de liquidez, seguimiento de portafolio—en una sola interfaz fluida, de repente DeFi ya no parece ciencia de cohetes. Si eliminas la jerga técnica y ocultas la complejidad de blockchain bajo el capó, tienes algo que tu vecino realmente podría usar.

Los ganadores en este sector no serán los protocolos más avanzados técnicamente. Serán los que hagan que DeFi pase desapercibido.