La semana pasada cené con un colega del sector que trabaja en instituciones, y de repente me soltó: "Los que están todo el día mirando el gráfico solo se están complicando la vida, nosotros ya no miramos las velas. Ahora solo nos importa una cosa: cuántos fondos en el mundo están buscando una salida".

Esa frase me hizo despertar. Mucha gente piensa que la caída reciente se debe a que "ya nadie juega", pero en realidad es justo lo contrario: el dinero sigue moviéndose, solo que está cambiando de sitio en silencio. Si te dejas llevar por el pánico, quizá ni te hayas dado cuenta de que estos "grifos de liquidez" ya están abiertos:

**Japón ha inyectado 17 billones de yenes**
¿De qué magnitud hablamos? Supone el 3% de su PIB, es decir, han puesto los estímulos al máximo. La experiencia histórica está ahí: en 2020 Japón hizo algo parecido y, medio año después, el BTC pasó de 4.000 a 28.000 dólares. Cuando el yen se relaja, ese dinero nunca se queda quieto, siempre busca la mayor rentabilidad global—la alta volatilidad del mercado cripto es justo lo que buscan este tipo de capitales. Y esta vez, el estímulo es aún mayor. Saca tus propias conclusiones.

**En China se han inyectado 500.000 millones**
Algunos dirán "¿y eso qué tiene que ver con el mundo cripto?", es que no han entendido la lógica. Como estabilizador de la economía mundial, mientras aquí se transmita la señal de que "no habrá aterrizaje forzoso", el capital internacional se atreverá a lanzarse a los activos de riesgo. Es como tu restaurante habitual: solo te atreves a comprar una tarjeta de prepago si el dueño te garantiza que el negocio es estable y no va a cerrar. Ahora, los fondos se atreven a volver porque ven esa promesa de "no vamos a cerrar".

No te centres solo en las oscilaciones de precio a corto plazo, el olfato del dinero es mucho más fino de lo que imaginas.