¿Alguna vez te has preguntado por qué las verduras en el supermercado siempre están frescas y las empresas de tecnología lanzan constantemente productos innovadores? No es porque alguna agencia central esté dirigiendo, sino porque millones de comerciantes y consumidores están haciendo sus propios cálculos, lo que, al final, impulsa el buen funcionamiento de toda la economía. Este es el concepto de la “mano invisible” que el padre de la economía, Adam Smith, propuso en 1759.
¿Cómo funciona la mano invisible?
En pocas palabras: impulso de intereses individuales → ajuste de oferta y demanda del mercado → beneficio general de la sociedad.
Los productores, para ganar dinero, aumentarán la calidad del producto y reducirán los precios para atraer a los consumidores; los consumidores, en busca de la mejor relación calidad-precio, votarán con sus pies; la competencia obliga a todos a avanzar hacia lo óptimo. A nadie le importa el bienestar general de la sociedad, pero el resultado es beneficioso para todos.
En el ámbito de la inversión, esto se manifiesta de manera más evidente: las decisiones de compra y venta de pequeños inversores e instituciones se consolidan en el precio de las acciones, y el precio de las acciones refleja el verdadero valor de la empresa. Las acciones de buenas empresas suben, obteniendo más financiamiento y recursos; las acciones de malas empresas bajan, siendo eliminadas sin piedad por el mercado. Nadie está en el medio dando órdenes, pero el capital se asigna de manera efectiva a los lugares más eficientes.
Casos reales
Carrera de innovación tecnológica: Samsung, Apple y Xiaomi compiten entre sí, no para beneficiar a los usuarios, sino para conquistar el mercado. Pero al final, los consumidores obtuvieron teléfonos con un rendimiento cada vez más potente y precios cada vez más razonables.
Mercado de bonos: Cuando el gobierno emite bonos, los inversores evalúan de manera independiente los riesgos y los rendimientos, y la decisión colectiva determina el nivel de las tasas de interés. Esta señal, a su vez, guía al gobierno sobre cómo gestionar la deuda pública: se ajusta de forma completamente automática, sin necesidad de intervención humana.
Pero tampoco es perfecto.
La teoría es hermosa, la realidad es dura:
Las externalidades negativas son ignoradas: Las fábricas contaminan sin escrúpulos para obtener beneficios, transfiriendo los costos a toda la sociedad. La mano invisible no ve esta cuenta.
Fallo del mercado: Las empresas monopolísticas, la asimetría de información y el efecto manada distorsionan las señales de precios.
Diferenciación de riqueza: La mano invisible ajusta la eficiencia de los recursos, pero no ve la brecha entre ricos y pobres.
Las personas no son racionales: La humanidad a menudo toma decisiones influenciadas por emociones y cámaras de eco de información, lo que no se ajusta en absoluto a la suposición de “hombre racional”.
Dilema de los bienes públicos: La defensa, la infraestructura y cosas así no son suficientes si dependen únicamente del interés personal.
La crisis financiera de 2008 y diversas burbujas de activos son ejemplos de la falla de la mano invisible.
Reflexiones para los inversores
La mano invisible nos dice que el mercado tiende a asignar recursos de manera eficiente a largo plazo, pero está lleno de distorsiones y oportunidades a corto plazo. Entender este principio te permitirá comprender de manera más racional:
¿Por qué las buenas empresas que fueron maltratadas por el mercado finalmente suben mucho?
¿Por qué las acciones conceptuales que siguen la tendencia finalmente regresan a la realidad?
¿Por qué son tan importantes la gestión de riesgos y la inversión diversificada?
En última instancia, la mano invisible es la lógica subyacente del mercado, pero necesita que uses el sentido común para corregir sus defectos.
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La mano invisible del mercado: de Adam Smith a tu estrategia de inversión
¿Alguna vez te has preguntado por qué las verduras en el supermercado siempre están frescas y las empresas de tecnología lanzan constantemente productos innovadores? No es porque alguna agencia central esté dirigiendo, sino porque millones de comerciantes y consumidores están haciendo sus propios cálculos, lo que, al final, impulsa el buen funcionamiento de toda la economía. Este es el concepto de la “mano invisible” que el padre de la economía, Adam Smith, propuso en 1759.
¿Cómo funciona la mano invisible?
En pocas palabras: impulso de intereses individuales → ajuste de oferta y demanda del mercado → beneficio general de la sociedad.
Los productores, para ganar dinero, aumentarán la calidad del producto y reducirán los precios para atraer a los consumidores; los consumidores, en busca de la mejor relación calidad-precio, votarán con sus pies; la competencia obliga a todos a avanzar hacia lo óptimo. A nadie le importa el bienestar general de la sociedad, pero el resultado es beneficioso para todos.
En el ámbito de la inversión, esto se manifiesta de manera más evidente: las decisiones de compra y venta de pequeños inversores e instituciones se consolidan en el precio de las acciones, y el precio de las acciones refleja el verdadero valor de la empresa. Las acciones de buenas empresas suben, obteniendo más financiamiento y recursos; las acciones de malas empresas bajan, siendo eliminadas sin piedad por el mercado. Nadie está en el medio dando órdenes, pero el capital se asigna de manera efectiva a los lugares más eficientes.
Casos reales
Carrera de innovación tecnológica: Samsung, Apple y Xiaomi compiten entre sí, no para beneficiar a los usuarios, sino para conquistar el mercado. Pero al final, los consumidores obtuvieron teléfonos con un rendimiento cada vez más potente y precios cada vez más razonables.
Mercado de bonos: Cuando el gobierno emite bonos, los inversores evalúan de manera independiente los riesgos y los rendimientos, y la decisión colectiva determina el nivel de las tasas de interés. Esta señal, a su vez, guía al gobierno sobre cómo gestionar la deuda pública: se ajusta de forma completamente automática, sin necesidad de intervención humana.
Pero tampoco es perfecto.
La teoría es hermosa, la realidad es dura:
La crisis financiera de 2008 y diversas burbujas de activos son ejemplos de la falla de la mano invisible.
Reflexiones para los inversores
La mano invisible nos dice que el mercado tiende a asignar recursos de manera eficiente a largo plazo, pero está lleno de distorsiones y oportunidades a corto plazo. Entender este principio te permitirá comprender de manera más racional:
En última instancia, la mano invisible es la lógica subyacente del mercado, pero necesita que uses el sentido común para corregir sus defectos.