El dólar todavía está lamiéndose las heridas por la bomba arancelaria del "Día de Liberación" de Trump. Pero aquí está el giro: EE. UU. no debería estar forzando la desdolarización a nadie donde no es necesaria ni bienvenida. El billete verde recibió un golpe, claro, pero ¿forzar cambios de divisas en regiones que no lo están pidiendo? Esa es una forma diferente de abuso de poder. A los mercados les desagrada la coerción tanto como la incertidumbre. Las repercusiones arancelarias expusieron vulnerabilidades, sin embargo, la solución no es convertir la política del dólar en un arma. A veces, el mejor movimiento es dejar que las economías elijan su propio camino en lugar de fabricar una revolución monetaria que nadie solicitó.