Aquí hay algo en lo que vale la pena reflexionar: el presidente de EE. UU. tiene la aprobación del Congreso para detener completamente el comercio con naciones extranjeras, una medida mucho más dura que simplemente aplicar aranceles, y puede otorgar licencias a entidades extranjeras. Sin embargo, de alguna manera, hay debate sobre si los aranceles en sí mismos cruzan una línea. La lógica aquí parece... equivocada. Si aprobar el cierre de canales comerciales enteros recibe luz verde, ¿por qué un arancel—básicamente una herramienta económica más suave—se trata como si estuviera sobrepasando límites? Es como decir que puedes cerrar la puerta pero no ajustar el termostato. La discrepancia de poder no cuadra cuando se explica así.