Cuando las monedas locales colapsan bajo una mala gestión económica, el dólar se convierte en una tabla de salvación: una reserva de valor estable en la que la gente realmente confía. Esa es la realidad sobre el terreno. Pero aquí está la cuestión: Washington no debería estar promoviendo activamente la dolarización como algún tipo de objetivo estratégico. Hay una diferencia entre ser un refugio seguro por defecto y convertirlo en política oficial. Lo primero sucede de manera orgánica cuando la confianza se erosiona en otros lugares. ¿Y lo segundo? Eso es un exceso geopolítico que podría tener consecuencias negativas de las que los responsables de políticas no han reflexionado completamente.