Las personas de baja dimensión intercambian cosas por dinero;
las de dimensión media intercambian tiempo por dinero; las de alta dimensión intercambian opciones por dinero.
La mayoría piensa que la riqueza es una suma—comprar más, obtener más, controlar más,
pero la verdadera libertad proviene precisamente de la resta:
menos dependencia, menos definición, menos preocuparse por la opinión de los demás.
Por eso, el fin del dinero en realidad no es la libertad, sino poder dejar de ser impulsado por la palabra “libertad”.
No se trata solo de abundancia material, sino de mayor tranquilidad mental y soberanía.
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Las personas de baja dimensión intercambian cosas por dinero;
las de dimensión media intercambian tiempo por dinero;
las de alta dimensión intercambian opciones por dinero.
La mayoría piensa que la riqueza es una suma—comprar más, obtener más, controlar más,
pero la verdadera libertad proviene precisamente de la resta:
menos dependencia, menos definición, menos preocuparse por la opinión de los demás.
Por eso, el fin del dinero en realidad no es la libertad, sino poder dejar de ser impulsado por la palabra “libertad”.
No se trata solo de abundancia material, sino de mayor tranquilidad mental y soberanía.