Es importante recordar aquellos momentos más humillantes de la vida, recordar cuando te señalaron en público en tu punto débil, con las mejillas ardiendo pero solo pudiendo apretar los puños con amargura. Recordar cuando, a pesar de estar de pie, solo podías agachar la cabeza y retroceder, con un nudo en la garganta como si tuvieras astillas de vidrio atoradas. Recordar la desesperación de no recibir ayuda, sin importar cuánto lo suplicaras. Recordar la vergüenza de esconderse en un rincón solitario, sin atreverte a llorar en voz alta. No es para hundirse en la humillación interna, sino para tomar esos momentos como una piedra de afilar, para que cada dolor que recuerdes se convierta en un impulso hacia adelante. Que esos momentos que te hicieron bajar la mirada se conviertan, al final, en los peldaños que te permitan elevarte más alto. Cuando un día realmente te hayas afirmado en tus pies y mires hacia atrás, descubrirás que aquellas humillaciones que superaste se han convertido, en realidad, en el alimento para tu crecimiento, así como en tu cimiento.
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
Es importante recordar aquellos momentos más humillantes de la vida, recordar cuando te señalaron en público en tu punto débil, con las mejillas ardiendo pero solo pudiendo apretar los puños con amargura. Recordar cuando, a pesar de estar de pie, solo podías agachar la cabeza y retroceder, con un nudo en la garganta como si tuvieras astillas de vidrio atoradas. Recordar la desesperación de no recibir ayuda, sin importar cuánto lo suplicaras. Recordar la vergüenza de esconderse en un rincón solitario, sin atreverte a llorar en voz alta. No es para hundirse en la humillación interna, sino para tomar esos momentos como una piedra de afilar, para que cada dolor que recuerdes se convierta en un impulso hacia adelante. Que esos momentos que te hicieron bajar la mirada se conviertan, al final, en los peldaños que te permitan elevarte más alto. Cuando un día realmente te hayas afirmado en tus pies y mires hacia atrás, descubrirás que aquellas humillaciones que superaste se han convertido, en realidad, en el alimento para tu crecimiento, así como en tu cimiento.