En la vida, uno se encuentra con innumerables personas y cosas. Algunas vienen y dejan huellas; otras se van, como si nunca hubieran aparecido. Al principio, siempre queremos aferrarnos a todo, temerosos de perder y temiendo el vacío. Más tarde, llegamos a entender que la gran mayoría de las personas y cosas en el mundo no son indispensables. Aquello que una vez creímos que era imprescindible, con el tiempo también se desvanecerá; aquello que una vez pensamos que no podríamos soportar, al pasar el tiempo, también nos acostumbramos. ¡Así que! Después de la amargura, finalmente llegará el dulce, y avanzamos hacia el sol esperando que las flores florezcan.
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En la vida, uno se encuentra con innumerables personas y cosas. Algunas vienen y dejan huellas; otras se van, como si nunca hubieran aparecido. Al principio, siempre queremos aferrarnos a todo, temerosos de perder y temiendo el vacío. Más tarde, llegamos a entender que la gran mayoría de las personas y cosas en el mundo no son indispensables. Aquello que una vez creímos que era imprescindible, con el tiempo también se desvanecerá; aquello que una vez pensamos que no podríamos soportar, al pasar el tiempo, también nos acostumbramos. ¡Así que! Después de la amargura, finalmente llegará el dulce, y avanzamos hacia el sol esperando que las flores florezcan.