Nota: 100 % escrito por una persona. Hay erratas y algo de reflexión excesiva.
El dinero está viviendo su momento internet.
La web ya tiene su mensajería (correo electrónico), su publicación (blogs, redes sociales) y su comercio (Stripe, Shopify). Ahora llega su sistema financiero: programable desde el diseño, abierto por defecto y sin fronteras desde el primer día. Ese sistema está construyéndose sobre la infraestructura de stablecoins.
Pero aquí viene lo interesante: a pesar de que la infraestructura está emergiendo, aún no tenemos la experiencia clave. Y la historia demuestra que es ahí donde se reconocen a los grandes ganadores.
Cada avance tecnológico relevante arranca con infraestructura. Pero nadie recuerda el protocolo. Lo que todos recuerdan es el producto que lo hace accesible.
En 1982, el Simple Mail Transfer Protocol (SMTP) hizo posible el correo electrónico. Pero no fue hasta 2004 con Gmail, que ofrecía un diseño limpio, almacenamiento masivo y un filtro antispam eficaz.
Había motores de búsqueda mucho antes que Google. AltaVista. Archie. Lycos. Pero Google lo simplificó todo. Era más rápido. Más intuitivo. Más inteligente.
Skype no inventó el Voice over Internet Protocol (VoIP). WhatsApp no inventó la mensajería. Pero hicieron que funcionase para todo el mundo.
Las stablecoins están contribuyendo a crear un sistema financiero nativo de internet.
Y no es teoría. Ya está en marcha.
Nunca se había visto la infraestructura financiera crecer tan deprisa, y menos aún a escala internacional. Las stablecoins ya llegan a millones de usuarios en todo el mundo. Y no es casualidad: son rápidas, sin fronteras, denominadas en dólares y basadas en protocolos abiertos. En un mundo donde 1,4 mil millones de personas están desatendidas y otras tantas sufren restricciones por controles de capital o monedas locales inestables, las stablecoins ofrecen una revolución: acceso a la red global del dólar, desde cualquier lugar con un smartphone.
Pero aquí está la pega: si hoy intentas usar stablecoins, te toparás enseguida con obstáculos. Gastar es incómodo. La incorporación resulta confusa. Todo está rodeado de jerga, wallets, gas fees, redes, bridges…
Esa es la brecha. Hay un nuevo sistema operativo monetario —el Internet-Native Financial Cloud—, pero la mayoría no puede acceder.
Es como recibir el volante de una PS2 por Navidad… pero sin PlayStation para conectarlo (historia real, por cierto). Hay una oportunidad inmensa a la vista: hacer que esto se sienta normal. Que sea invisible. Tan suave como la mantequilla. 🧈
En fintech, si tienes al usuario, tienes la relación. Ahí nacen la confianza, los hábitos y el valor sostenible.
La experiencia de usuario no suele ser el argumento fuerte en sesiones de estrategia, pero en fintech lo es todo. Porque no solo hablamos de software: hablamos de dinero. Y el dinero exige confianza.
Basta con mirar los mayores éxitos en neobanca: Revolut, Cash App, Nubank. Operan en mercados distintos, pero siguen el mismo patrón: una experiencia de usuario excelente.
En la nueva fase de adopción de las stablecoins, el auténtico ganador será la marca en la que confías para enviar dinero a tu familia, la tarjeta que usas sin pensarlo para pagar el menú y la app que sustituye silenciosamente a tu banco local. Ganará quien logre que las stablecoins sean invisibles —y que se perciban como dinero normal. Normal, pero global.
La urgencia y la oportunidad de este momento provienen de la convergencia de tres fuerzas:
Esto no es otra burbuja especulativa. Es la infraestructura que madura, las normas que se adaptan y un mercado masivo esperando soluciones. Miles de millones siguen sin acceso a servicios financieros modernos, aunque tienen smartphones, internet y cada vez más conocen las stablecoins. Las infraestructuras ya existen. Ahora, la carrera pasa por construir la capa de experiencia que lo haga realidad.
Por eso creamos Rizon: un neobanco diseñado desde cero para el sistema financiero nativo de internet.
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La señal es clara. Solo cinco semanas después del lanzamiento público, @getrizon"">@getrizon ya ha superado las 30 000 instalaciones en iOS y Android, con un crecimiento medio del entorno del 300 % semana a semana en métricas clave (cuentas con fondos y usuarios activos).
Pero esto es solo el principio. Muy pronto añadiremos RizPoints, crédito, rendimiento, activos tokenizados y mucho más. Todo en blockchain. Todo bajo el capó. Todo invisible para ti. No es un dashboard, es tu app global de dinero. Una marca. Una declaración.
Estamos convencidos de que el mayor valor oculto en fintech está en crear una experiencia stablecoin que se sienta como Apple Pay. Que se integre sin que la notes. Que simplemente funcione. Que gane por ser evidente, fiable y global. Eso es lo que estamos construyendo.
Y si nos acercamos siquiera a la magnitud de este cambio…
Vamos allá.